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En una travesía hacia la curación y aceptación, los enfermos, familias y profesionales luchan contra viento y marea para acabar con el infierno de los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Hoy en día, el contexto social actual está muy marcado por las redes sociales y los contenidos que se publican en ellas, TikTok, Instagram y X, sobre todo, son una fuente de publicaciones de todo tipo, que en muchas ocasiones premia a la imagen corporal que entra en los cánones de belleza establecidos.
¿Quién no tiene un perfil en estas plataformas? Hoy es raro encontrar a alguien que no sea usuario de estas redes, si no tiene perfil en una, tendrá perfil en otra, y esto, sobre todo ocurre en la población más joven. Las redes sociales son una fuente de contenido imparable en las que es muy fácil juzgar e influenciar, abriendo paso a los factores que crean diversos TCA y otros tipos de problemas psicológicos. Sin embargo, las redes están llenas de cuerpos irreales, cutis sin imperfecciones, filtros y dietas para adelgazar, sin ningún tipo de seguimiento.
Datos sobre TCA. Fuente: Elaboración propia.
En el contexto actual y según la Asociación TCA de Aragón, ya son más de 400.000 personas las que padecen algún Trastorno de Conducta Alimentaria como anorexia o bulimia nerviosa o trastorno por atracón, 300.000 de ellas, de entre 12 y 24 años. Además, ya es la tercera causa de enfermedad crónica en la adolescencia.
Nadie está exento de sufrir un TCA, pero es cierto que hay factores que pueden aumentar la probabilidad, entre los que se encuentran los individuales, familiares y sociales. La baja autoestima e inseguridades incrementan el riesgo de desarrollar la imagen distorsionada de un cuerpo. A su vez, una familia desestructurada o muy exigente puede hacer más vulnerable a una persona a sufrir este tipo de trastornos, como la sociedad y, por ende, las redes sociales. Los pacientes buscan de manera desesperada la aprobación de los demás y se comparan con influencers y celebrities, que en su mayoría tienen un cuerpo normativo. Desgraciadamente, miles de personas en este instante sufren un TCA, de las que solo entre el 50% y el 60% de los pacientes se curan por completo, mientras que la recuperación parcial está entre el 20% y 30% y un 10% o 20% pasan a ser pacientes crónicos, según la Guía de la Práctica Clínica sobre TCA.
Datos sobre TCA. Fuente: Elaboración propia.
En el proceso de un TCA, además del paciente y de su familia o círculo más cercano, es de vital importancia el papel de profesionales como psicólogos, psiquiatras, endocrinos y nutricionistas. Por su parte, Pablo Zumaquero, nutricionista y profesor y mentor de dietistas y otros nutricionistas cree que su papel “secundario”, ya que “el que lleva la batuta es el psicólogo o el psiquiatra”.
Para él, lo más importante es “informar al paciente sobre la realidad”, ya que muchos de sus pacientes van con ideas preconcebidas que han leído en redes sociales o blogs, por lo que “corregir estos mitos y hacer una limpieza de la información basura” es fundamental. “Creo que se está diagnosticando mejor que antes, que había menos información y la gente no entendía los signos de alarma, y ahora está aumentando un poco la aceptación”, añade el experto.
En cuanto a las redes sociales, Zumaquero cree que “han hecho un daño brutal. Antes te podías meter en Internet en algún blog tal cual, pero las redes sociales y sobre todo Instagram ha pegado un pepinazo. Sobre todo, yo creo que la culpa es más de Instagram y TikTok”, “lo que vende y lo que se premia es la imagen”.
En cuanto a los diferentes sectores de la sociedad, el nutricionista afirma que “hay una prevalencia clara en deportistas, sobre todo en mujeres” que se ven muy presionadas a tener un físico incluido en los cánones de belleza porque si no “no les contratan los patrocinadores”, “si tiene un peso más elevado no va a vender una falda o unos shorts”, añade.
‘Real Fooding’
En cuanto a las nuevas ‘dietas milagro’ y el famoso Real Fooding, Pablo Zumaquero cree que son “una herramienta más”. “Siempre he dicho que el problema no es la herramienta como el ayuno intermitente o el Real Fooding, porque se puede usar bien o se puede usar mal. Yo con un martillo puedo clavar un clavo o matar a alguien, por lo que el martillo no es el problema sino el uso que tú le des” comenta. Mientras, expresa su opinión sobre Carlos Ríos, amigo íntimo, y se reafirma en que “los seguidores han creado un monstruo” porque “siguen a rajatabla sus consejos, y los siguen mal”.
Uno de los factores que debemos tener en cuenta para no dar pie a la aparición de un TCA o una recaída son los comentarios sobre el físico, sean del calibre que sean. “He tenido muchos casos de recaídas brutales por un comentario en Navidad”, añade, mientras explica que “una persona en proceso de recuperación y que ha engordado afortunadamente” no puede soportar un “estás más gordita”. Este tipo de comentarios lo único que consiguen es “reventar meses de trabajo, por lo que es muy importante concienciar mucho sobre este tipo de mensajes y frases”.
María Rastrojo, directora y psicóloga de Emociónate Psicología y la nutricionista Virginia López. Fuente: Elaboración propia.
Como Zumaquero expresa, la pieza fundamental en un proceso de recuperación es la de los psicólogos y psiquiatras. María Rastrojo, directora y psicóloga de Emociónate Psicología y Virginia López, nutricionista asemejan un TCA con los trastornos adictivos ya que “las recaídas forman parte del proceso”, el cuerpo, fisiológicamente “se acostumbra a un trastorno” y termina siendo “muy complejo”.
Además, otro motivo de recaídas puede ser el de un mal tratamiento, señala María. “Muchas veces la persona trata el síntoma, y cuando mejora se acaba el tratamiento, entonces hay recaídas porque realmente las cosas que había de base no se han trabajado”.
Sin embargo, Virginia aporta otro punto de vista, cuenta que cuando alguien está en el proceso de recuperación y aparece un síntoma con el que parecía que se había acabado no lo ve como una recaída, sino como parte del proceso. Y es que, hay que recordar que estos tratamientos no son lineales, hay subidas y bajadas, estas son las palabras que Virginia le dice a sus pacientes en estas situaciones: “El proceso es una montaña rusa, la idea es que cuando estés abajo de esa montaña veamos esa situación para utilizar nuevas herramientas y poder subir de nuevo y mantenerte más tiempo arriba”.
También coincide con su compañera María en que las recaídas pueden tener su germen en un mal tratamiento, e insiste en la importancia de no quedarse solo en resolver el síntoma principal, sino todo lo que hay debajo y alrededor del mismo. Además, el nutricionista ha querido dejar algo muy claro: “La recuperación total sí existe y creo que cuando se habla de los prejuicios que tienen que ver con estos trastornos es porque no se han tratado todas las áreas que influyen en un TCA y que por supuesto, hay que considerar y apostar a la hora de trabajar con una persona. Hay que acompañar y ayudar a los pacientes para que podamos llegar a la recuperación total”.
Si hay algo que tanto los profesionales como las propias víctimas destacan es que la pieza clave para una mejor y más rápida recuperación es el acompañamiento y ayuda psicológica, así como el apoyo de tu círculo más cercano. Tanto Pablo Zumaquero como María Rastrojo y Virginia López recalcaron en sus declaraciones diferentes puntos que resumen a la perfección qué es un TCA y a qué se enfrenta quien lo sufre, cuál es su tratamiento y recuperación idónea y cómo de importante es la prevención en estos casos.
Para entender y empatizar de la manera más profunda y real posible leyendo tanto las luces como las sombras de esta enfermedad que a veces es tan silenciosa, no hay nadie mejor que una víctima contando su propia historia.
P.R. es una joven deportista que vivió una situación de bulimia nerviosa durante años en sus propias carnes. “No me acuerdo exactamente cuándo comenzó todo, pero me acuerdo de que empezó siendo algo esporádico y que sentía que controlaba. Algún día sentía que me había pasado con la comida y decía: bueno por hacerlo esta vez no pasa nada.”, comenta la joven. Además, su día a día contaba con un estrés y presión extra: los entrenamientos.
“Una vez empecé a competir y a entrenar más horas me di cuenta de que mi cuerpo no era como el resto de las chicas” añade, mientras afirma que no conseguía saciar el hambre y que se daba “atracones”. “Al instante me sentía mal e iba a vomitar. Así fueron pasando los días, meses e incluso años y me di cuenta de que ya era un problema que no sabía gestionar yo sola” recalca la deportista, que pensó en su pareja como primera vía de escape.
“La situación empeoró”
Un 1 de enero, P.R. decidió contarle a su pareja el infierno que estaba viviendo, quien le apoyó en todo momento, pero no corrió la misma suerte con sus padres. “Pensaba que, en ese momento, al decírselo a mis padres todo acabaría y sabrían cómo ayudarme, pero la situación empeoró. Entiendo o quiero pensar que por desconocimiento acerca de estos temas en la gente de otra generación” comenta, añadiendo que sus progenitores decidieron “dejar pasar del tema y hacer como si no hubiéramos tenido esa conversación” en vez de llevarle a un psicólogo, psiquiatra o nutricionista.
Como en muchos otros casos por falta de apoyo o por llevar un TCA en silencio, las propias víctimas son las que buscan ayuda por sus propios medios, como nuestra entrevistada, que con sus ahorros probó con varios psicólogos afirmando que dar con la profesional adecuada fue un punto fundamental para “salir de ahí”. Desgraciadamente, no más del 60% de los casos consiguen curarse por completo y es que personas que han vivido un TCA como P.R. creen que “nunca se acaba saliendo de un TCA” pero que encuentras “herramientas para saber qué hacer cuando llegan pensamientos o comportamientos intrusivos”.
Declaración de una víctima de TCA. Fuente: Elaboración propia.
María Rastrojo, directora y psicóloga de Emociónate Psicología y Virginia López. Fuente: Elaboración propia.Si la joven pudiera volver atrás, se diría a sí misma “que tendría que haber buscado antes ayuda” y que “a veces la familia no responde como tú piensas que tendría que haber respondido”. Mientras, afirma que exteriorizar tu situación “es ponerle palabras a una realidad” y “es aceptar que tienes un problema que no has sabido gestionar”.
Si la joven pudiera volver atrás, se diría a sí misma “que tendría que haber buscado antes ayuda” y que “a veces la familia no responde como tú piensas que tendría que haber respondido”. Mientras, afirma que exteriorizar tu situación “es ponerle palabras a una realidad” y “es aceptar que tienes un problema que no has sabido gestionar”.
Declaraciones de víctimas de TCA.
Si algo es cierto es que 400.000 personas siguen siendo protagonistas de un escenario de sufrimiento y dolor que puede comenzar con tan solo un comentario o una fotografía. Los TCA están más presentes que nunca, aunque se haya convertido en esa “pandemia olvidada” de la que nadie quiere hablar. Las redes sociales continuarán marcando un antes y un después en las vidas de miles de jóvenes con inseguridades y prejuicios que deben crecer entre la diversidad, la comprensión y el respeto. Hasta entonces, y pese a que algunos profesionales sostienen una mirada al futuro esperanzadora, los TCA seguirán siendo, por lo menos a corto plazo, protagonistas de un contexto actual en el que la salud mental aún sigue siendo un actor secundario.